Un campesino, con mucho esfuerzo, trabajaba su tierra con algunos caballos. En cierto día fue avisado que uno de ellos había caído al interior de un pozo abandonado. Acudió presto, y evaluando la situación determinó no sacar al animal, por el alto costo del rescate, determinando sepultar al caballo allí mismo.
A medida que se lanzaba hacia el pozo gran cantidad de tierra, el animal movía enérgicamente sus patas para quedar encima, de tal modo que mientras más tierra se tiraba, más subía hacia el exterior, llegando al punto en que sí pudieron rescatarlo.
El campesino, había sentenciado a muerte al caballo, considerando que no tenía forma de pagar el precio de su rescate. El noble animal había decidido luchar por su vida, hizo un gran esfuerzo y lo logró.
Mucha gente está en el interior del pozo de la desesperación, sin afirmarse sobre sus pies a causa del lodo, desvalidos, en oscuridad, con miedo, y lejos de toda esperanza. Pero no todo está perdido, Dios existe.
En el Señor Jesús está garantizada la salida del pozo, es más, tiene el poder para hacer que los pies pisen sobre suelo sólido, y hacerlos disfrutar el buen caminar sobre un camino recto.
Esta enseñanza es para usted, el amor de Dios quiere alcanzarle, y es bien firme su brazo para sacarlo de la situación en la que se encuentra. Quizás todo a su alrededor es pura tiniebla, pero la luz de Cristo disuelve toda negrura y confusión. El caballo de la historia determinó usar todo su instinto de supervivencia y al primer movimiento de sus patas, se dio cuenta que era posible salir del pozo. Por favor, de el primer paso, y no desaproveche la oportunidad de salvarse, de vivir una vida plena disfrutándola en la compañía de Cristo Jesús.
Fuente:http://destellodesugloria.org/blog/2015/11/el-caballo-que-no-queria-morir/
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