Más allá de las montañas

No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos. (Apocalipsis 22:5)

Una anciana estaba tejiendo cerca de la ventana de su cocina. De vez en cuando miraba, más allá del jardín, una pequeña cadena de montañas de cimas redondeadas y cubiertas de bosque. Siempre quiso ver qué había detrás de esas montañas, pero nunca fue hasta allá.

Mientras pensaba en esto, escuchó el timbre de su puerta y fue a abrir...


-Hola abuela, acabo de regresar de un largo viaje y vengo a saludarte para ver como estás, y darte un abrazo.

-¡Oh...! Muchas gracias cariño mío. Pero, ¿de dónde vienes?

-De un lugar mágico abuela. ¡He estado en China! Voy a contarte un poco lo que vi.

La anciana escuchó con atención y entusiasmo lo que su nieto le contó, y al finalizar éste su relato le dijo:

-Muchas gracias por haberme llevado mediante el pensamiento mucho más allá de estas montañas, mi querido nieto. ¿Sabes? Yo tengo por delante un viaje todavía más largo...

-¿A tu edad, abuela? ¿A dónde vas a ir?

-A un maravilloso país muy diferente de los que tú conoces. Allí no hay noche, ni sol, tampoco hay cementerios, pues se vive eternamente.

-Pero, ¿qué se hace allí?

-Gente de todos los países cantan el amor y la gloria de Jesús, su Salvador. Lo veremos en su trono con las marcas de las heridas que los hombres le hicieron en la tierra cuando lo crucificaron en sacrificio por nuestros pecados.

-Ese país existe?

-¡Si! Jesús está allá con todos los que creyeron en Él. Pronto Él mismo me dirá:  «Hoy estarás conmigo en el paraíso», como le dijo al ladrón en la cruz. Mi querido nieto, si crees en el Señor Jesucristo, nos veremos allá.

Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. (1 Corintios 15:54)