miércoles, 16 de marzo de 2016

Agua preciosa

...y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios. (1 Corintios 4:5)


Lectura recomendada 1 Corintios 4:1-5

Según una leyenda, un hombre errando por el desierto encontró un manantial cristalino de insuperable frescura.

El agua era tan pura que decidió llevar algo de ella a su rey. Apenas satisfaciendo su propia sed, llenó un cuero de agua, y la llevó muchos días bajo el sol del desierto antes de llegar al palacio.

Cuando finalmente puso su ofrenda a los pies del soberano, el agua se había vuelto rancia a causa del viejo cuero en que había sido guardada. Pero el rey no iba a dejar que su fiel súbdito siquiera imaginase que era inadecuada para su empleo. La gustó con expresión de gratitud y deleite, y aquel leal hombre se fue con el corazón lleno de gozo.

Después de haberse ido, otros probaron el agua y expresaron su sorpresa de que el rey hubiera siquiera pretendido que le gustara. «Ah..!» dijo él, «no fue el agua lo que probé, sino el amor que llevó a esta ofrenda».

Nuestro servicio puede ir marcado por muchas imperfecciones, pero nuestro Rey mira a nuestros motivos. Se regocija de nuestras leales acciones, sin importarle lo que otros puedan pensar acerca de ello.

¿Te sientes desalentado en tu obra por el Señor? Recuerda la parábola del agua y deja que te motive a seguir sirviendo al Señor. Algún día tus fieles esfuerzos recibirán la alabanza de Dios.

PENSAMIENTO: Lo que se hace ahora por Cristo será recompensado en la eternidad.

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