jueves, 3 de marzo de 2016

¿Cómo puedo vencer el mal?


Sé cómo soy. ¡No es posible para mí dejar de hacer lo malo!
Cuando usted llega a ser cristiano no se vuelve perfecto de la noche a la mañana. Ni su Padre celestial deja que se abra paso por la vida en la medida de sus propias posibilidades. Ahora usted es hijo de Dios y Él quiere que sea como Cristo. Por tal razón Él ha dado su espíritu, el Espíritu Santo.

El Espíritu Santo no es un ser indefinido y espectral. Es una persona con todos los sentidos, a excepción de que, pos supuesto, no tiene un cuerpo humano como el nuestro. Él tiene inteligencia y voluntad. Puede amar y orientar, proteger y ayudar. Posee gran poder y autoridad porque Él es Dios. Es todopoderoso, omnisciente y omnipresente.

Cuando usted sintió la necesidad de Dios fue el Espíritu Santo quien lo impulsó a buscarlo. Cuando usted se hizo cristiano fue el Espíritu Santo quien lo condujo a aceptar a Jesucristo.

El Espíritu Santo entra en su vida cuando usted abre su corazón a Cristo. Es el don prometido por Jesús para todos los creyentes. Jesucristo está en el cielo,  pero vive y reina en la vida de sus seguidores por medio de su Espíritu.

El Espíritu Santo lleva al creyente la serena confianza de que es un hijo de Dios y pertenece a su familia. Su obra específica en cada cristiano es ayudarlo a que cada día pueda parecerse más a Jesucristo.

Él lo fortalecerá para vencer la tentación y las malas costumbres. Usted todavía posee la antigua naturaleza egoísta así como la nueva naturaleza que ahora Dios le ha dado. Es como si hubiera dos personas tirando de extremos opuestos de una cuerda dentro de usted mismo.

El diablo lo tienta a hacer el mal y lo aparta del amor de Dios. El espíritu Santo se encuentra allí para ayudarle a vencer el mal y permanecer en el lado de Dios. El Espíritu Santo es mucho más fuerte que el diablo y siempre hay victoria para el que la reclame.


Sólo el Espíritu Santo puede cambiar la naturaleza humana y transformar a una persona egoísta en desinteresada y atenta. Sólo el Espíritu Santo puede dar la virtud de dominar la lengua. Sólo el Espíritu Santo puede convertir el enojo y el resentimiento en amor y compasión.

Él desarrolla en la vida de usted el carácter de Jesucristo: su amor, gozo, paz, paciencia, bondad, amabilidad, fidelidad, humildad y dominio propio. (Gálatas 5:22-23)

Él siempre está presente para guiarle en los momentos de dificultades e incertidumbres. Él le ayudará a entender la Biblia. Le ayudará a orar. Le guiará a descubrir la voluntad y el propósito de Dios para su vida.

Él da dones y capacidades para hacer posible que usted le sirva a Dios en el hogar, en la iglesia y en el mundo. La tarea del Espíritu Santo es preparar a cada creyente para aquel gran día en que veremos cara a cara a Jesucristo en nuestro celestial y eterno hogar.

Y yo (Jesucristo) rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. (Juan 14:16-17)

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