El reflejo de la obediencia

¿Qué es lo que más le agrada al Señor: tus ofrendas quemadas y sacrificios, o que obedezcas a su voz? ¡Escucha! La obediencia es mejor que el sacrificio... 1 Samuel 15:22

Lectura recomendada 1 Samuel 15:12-23

EL SIGUIENTE INCIDENTE, RELATADO POR DONALD G. BARNHOUSE, TUVO LUGAR EN EL ZAIRE.

El hijo pequeño de una pareja de misioneros estaba jugando en el patio de la misión en la que vivían. De repente, la voz del padre tronó desde el porche. «Felipe, ¡obedéceme en el acto! ¡Tírate de bruces!»  De inmediato, el pequeño hizo lo que su padre le mandaba, sin hacer pregunta alguna. «¡Ahora arrástrate hacia mí tan rápido como puedas!» El chico obedeció. «¡Levántate y ven corriendo hacia mí!» Felipe obedeció sin dudarlo un momento y fue corriendo hacia los brazos de su padre. Al girarse para mirar el árbol al lado del que había estado jugando, ¡vio una serpiente venenosa colgando de una de sus ramas!

A la primera orden de su padre, el chico hubiera podido vacilar, preguntando, como tantos otros chicos lo hacen, «¿por qué quieres que lo haga?». O hubiera podido responder: «Espérate un momento». Pero obedeció de inmediato, y este sencillo acto de obediencia salvó su vida.

En el pasaje de hoy, Saúl no exhibió el reflejo de la obediencia completa. El rey sabía qué era lo que tenía que haber hecho, pero creyó que su manera de pensar era la mejor. Descubrió de primera mano el resultado de excusarse en lugar de obedecer. ¡Perdió su reino!

Si el Padre Celestial nos ha hablado acerca de algo, que sea nuestra obediencia como la de Felipe, y no como la de Saúl. Mostramos la genuinidad de nuestra fe en la Palabra de Dios y la realidad de nuestro amor hacia el Señor Jesucristo cuando nuestra respuesta es de una obediencia sencilla e implícita.

Pensamiento: La verdadera obediencia ni se retrasa ni discute.