miércoles, 23 de diciembre de 2015

No nos dejemos seducir

...la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero... (Apocalipsis 12:9)

«El mito del diablo». Este titular podía leerse en una conocida revista de divulgación científica. El mayor éxito del diablo es hacer creer que no existe.

Ese personaje lúgubre del que nos habla la Biblia, hace su aparición desde las primeras páginas de la historia humana. Satanás, "padre de mentira" no siempre ataca abiertamente a la verdad. Con una increíble arrogancia insinúa la duda: ¡Dios habló realmente? ¿En verdad hay que obedecerle? ¿No te gustaría ser como Dios?

«...La serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho...?» (Génesis 3:1)

El diablo trata de desestabilizarnos a nosotros, pobres criaturas, haciéndonos dudar de la Palabra de Dios y de Dios mismo. Desde el día que la humanidad cayó en el mal, escuchando al diablo en vez de escuchar a Dios, Satanás trata aún más de abusar de la debilidad del hombre. Es su principal enemigo: sabe cómo alimentar su codicia, cómo oprimirlo, desgastarlo, engañarlo y seducirlo a esclavitud.


Desde que el Hijo de Dios nació en Belén, el diablo desplegó su maldad para hacerlo desaparecer. Como no lo consiguió, trató de seducirlo en el desierto. Puso a todos los hombres contra Él a tal punto, que lo crucificaron.

¡Pero este enemigo está vencido! El Hijo de Dios ganó el combate. Mediante Su muerte y Su resurrección triunfó sobre el mal para que podamos ser liberados del pecado, definitivamente salvos de la muerte. ¡Para estar del lado del Vencedor, basta con creer en el valor de Su muerte en nuestro lugar!

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