Salí del Padre, y he venido al mundo; otra vez dejo el mundo, y voy al Padre. (Juan 16:28)
El versículo de hoy se halla al final de las palabras de despedida que el Señor Jesús dijo a sus discípulos. Son declaraciones importantes sobre su maravilloso camino.
«Salí del Padre...» Jesucristo es el Hijo eterno de Dios, quien descendió a la tierra para vivir entre los hombres.
«He venido al mundo» Dios se hizo hombre y, como tal, vino al mundo naciendo de una mujer, María, pero concebido por el Espíritu Santo, persona divina.
El gran objetivo de su venida fue mencionado por el apóstol Pablo: «Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores» (1 Timoteo 1:15). Pero para ello fue necesario que muriese crucificado. Su sacrificio fue necesario para salvar a hombres como usted y yo.
«Otra vez dejo el mundo...» Mediante Su muerte expiatoria, Jesucristo satisfizo en todos los aspectos las justas exigencias del Dios santo y lo honró perfectamente. Por ello era imposible que Jesús permaneciese en la tumba.
Jesucristo resucitó, y durante cuarenta días se apareció a numerosas personas que fueron testigos de Su resurrección. Luego subió al cielo.
«Y voy al Padre» Desde la ascensión de nuestro Salvador, un hombre vive en el cielo junto a Dios el Padre. El Hijo eterno de Dios, quien se hizo hombre en la tierra, seguirá siendo hombre eternamente. El creyente está unido a Él indisolublemente y estará con Él por la eternidad. ¡Esta es nuestra feliz esperanza!
«Sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero» (1 Juan 5:20). «Y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo.» (1 Juan 4:14)
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