jueves, 18 de febrero de 2016

Disgusto santo

Yo empero á Jehová esperaré, esperaré al Dios de mi salud: el Dios mío me oirá. (Miqueas 7:7) Reina-Valera Antigua (RVA)


El vocablo «empero» se refiere a la queja expresada por Miqueas, que se encuentra en los versículos anteriores al ya citado.

Corrían días malos. El profeta no podía encontrar una persona honorable. Aquellos que ocupaban puestos de autoridad habían pactado para cometer todo tipo de fraude y engaño. No se podía tener confianza en la gente, ni aún en los propios familiares. Lo que escribe Miqueas se parece a lo que publican los diarios en la actualidad.

Aunque a Miqueas le quedaba una alternativa: buscar al Señor. Es saludable cuando el hombre, con disgusto santo, desvía sus ojos del mundo que le rodea y eleva sus ojos al Señor. Cansado de todo, tiene sed del agua que brota del manantial divino en tierra seca y sedienta.

Cuando lo terreno nos produce hastío, estamos en condiciones de elevar los ojos al cielo. Un creyente dijo en cierta oportunidad: «Debemos empaparnos de lo celestial, si no queremos ceder a lo terreno».

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