miércoles, 17 de febrero de 2016

¡Hoy!, no mañana

...Decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos; cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. (Santiago 4:13-14)


Ese mismo día, poco antes de que se iniciara el gran incendio que devastó la ciudad de Chicago (del 8 al 10 de octubre de 1871), el evangelista Moody hizo la siguiente pregunta ante una multitud de 2.500 personas: «¿Qué decisión van a tomar con respecto a Jesús?».  Y para terminar su predicación, añadió: «Ahora les invito a reflexionar y a darme una respuesta el próximo domingo». Unas horas más tarde sonó la sirena y toda la ciudad se vio envuelta en llamas.

Cientos de personas murieron en aquel incendio. Muchas de ellas habían oído el mensaje de salvación, y quizá no tuvieron tiempo para pensar en él, como se les había invitado. El incendio dejó a unas 100.000 personas sin casa.

A partir de ese día el predicador, conmovido por aquella tragedia, nunca más habló de esperar cierto tiempo antes de tomar la decisión de aceptar a Cristo. Apremiaba a su auditorio a decidirse inmediatamente por Cristo, como la Palabra nos invita a hacerlo: «...Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones.» (Hebreos 4:7). ¡Quizá mañana sea demasiado tarde!

¿Cuántas personas que escucharon la invitación del evangelista descuidaron la advertencia, aplazando neciamente la cuestión de su salvación, en vez de tomar la decisión mientras aún tenían tiempo?

Para todos los que desean ponerse en regla con Dios, hoy todavía es el tiempo en que Dios perdona. Basta reconocer en la persona de Jesucristo al Salvador que necesitan. ¡El mañana no nos pertenece!

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