Los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán. (Isaías 40:31)
Estas aves (las cigüeñas) recorren miles de kilómetros dos veces por año. Una parte del año lo pasan en Europa y la otra en África austral.
Cuando van hacia el Norte, algunas pasan por Marruecos, España y Francia. Otras pasan por el Oriente Medio para ir a anidar en Europa del este. Pero ninguna cigüeña vuela por encima del mar Mediterráneo, trayecto que sería más corto. ¿Por qué?
Estas aves necesitan vientos ascendentes para poder volar, y esos vientos son provocados por el sol, que calienta la tierra. Por ello las cigüeñas solo viajan de día.
Amigos creyentes, nosotros también necesitamos corrientes que nos sostengan en nuestra vida cristiana. Estas corrientes equivalen a todo lo que el Espíritu Santo, el soplo de Dios, produce en nuestras vidas. Puede ser un versículo de la Biblia que de repente nos habla de manera especial. O una reunión cristiana: alabar a Dios y escuchar su Palabra nos eleva mediante la fe hacia el Señor.
Asimismo cuando oramos en lo secreto de nuestra habitación. O incluso la simpatía, las palabras de ánimo o la simple presencia de un amigo que viene a visitarnos. Quizá sea la contemplación de la naturaleza, que nos muestra la sabiduría y la grandeza de Dios.
En fin sirven para fortalecernos todas las ocasiones en las que Dios permite que tomemos conciencia de que Él responde, que interviene para liberarnos.
Sepamos discernir esas «corrientes ascendentes» que nos alejan del mal y nos elevan hacia el Señor. ¡Aprendamos a darle gracias por su fidelidad!
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